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Anji
Carmelo firmando uno
de sus libros. /
Fotos EFE |
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Dúnia
Riera
Reportajes EFE
La enfermedad aparece en nuestras vidas
sin rubor. Nuestra primera reacción es
caer en un pozo oscuro, porque solo
somos capaces de ver lo que perdemos. No
obstante, es preciso emprender el camino
contrario y aprovechar el momento
presente. Ante la enfermedad, empieza
una nueva vida.
Anji Carmelo es doctora en metafísica y
autora del libro "Enfermedad y vida. Una
nueva oportunidad" (editorial Tarannà).
Para Carmelo, la enfermedad tiene que
entenderse como una oportunidad más para
la vida. "Al reconocer la enfermedad,
empieza un tiempo de fortaleza y
renovación", afirma la doctora.
Una enfermedad supone un duelo de caos,
desasosiego y mucho dolor, pero, aún
así, podemos seguir haciendo nuestra
vida y no hay que sentirse víctima, sino
como "regentes de nuestras vidas",
asegura la experta.
Sanarse por dentro, vivir
por fuera
Al escuchar el diagnóstico, al paciente
se le cae el mundo encima. Piensa "¿por
qué yo?" Algunos se sienten abatidos,
destrozados y perdidos. Otros se arman
de valor e intentan vivir lo mejor
posible.
"Sanar no es lo mismo que curar", arguye
Anji Carmelo. Mientras que curar se
refiere a "la desaparición de los
síntomas físicos", sanar significa que
"dejamos de vivirnos como víctimas y
empezamos a comportarnos como regentes
de nuestras vidas".
Carmelo apunta que, a pesar de no poder
escoger qué vamos a vivir, sí que
podemos decidir cómo vivirlo. Vivir el
presente es conquistar la eternidad y es
así como se encara la nueva vida, aunque
eso signifique que, previamente, sea
necesario enfrentarse a lo perdido.
La necesidad del duelo
La gran importancia de hacer el duelo
bien es poder celebrar la vida después.
Anji Carmelo sostiene que no se consigue
nada con negar la evidencia de la
enfermedad. "Hay que aceptarlo, aunque
eso implique perder lo que teníamos
antes: amistades, carácter personal,
movilidad", reseña.
A veces, queremos ser lo de antes pero
esto es imposible. El duelo empieza por
la persona que éramos. "Hay que
permitirse el enfado y la furia porque
es cierto que la vida nos ha jugado una
mala pasada, pero, a partir de aquí,
empieza una nueva oportunidad", asegura
la doctora. Una vez aceptado, todo lo
nuevo supera la pérdida. Carmelo dice
que si negamos, damos la espalda a la
facultad de superarnos, que es
precisamente lo que tenemos que poner en
práctica.
Dolor y sufrimiento
"El dolor es la materia prima del
duelo". Anji Carmelo cuenta que "el
dolor es parte de la vida". El ser
humano es doliente de por sí, a pesar de
todo lo que hacemos para alejarnos. El
dolor nos acompaña siempre. Lo que
cambia es la manera de superarlo de cada
uno.
Tenemos que evitar que el dolor se
apodere de nosotros porque, cuando se
instala, es cuando empieza el
sufrimiento.
El sufrimiento no es nada más que un
exceso de dolor que paraliza todas
nuestras capacidades.
"Si salimos del sufrimiento, el dolor es
mucho menos grave", asegura la doctora.
Para combatir el sufrimiento, hay que
reconocer y comprender el "para qué" de
lo que está pasando. Entonces,
adoptaremos una actitud que no nos haga
daño.
La culpabilidad
La sensación de impotencia y rabia nos
sobrepasa y entonces solo intentamos
encontrar culpables a lo que no está
ocurriendo. La culpa más dañina es
"cuando empezamos a culpabilizarnos".
Para la autora, no es normal que esta
sensación de culpa nos haga más duros y
más exigentes.
Con ello solo conseguimos restarnos
autoestima, lo que juega a favor del
dolor. "La culpa real está en nuestra
incapacidad de mirarnos al espejo y
reconocer a dónde podemos llegar".
Carmelo sostiene que tenemos que
"perdonarnos" porque este es el paso
previo hacia el perdón a los demás.
Perdonar significa destinar la energía
que produce el dolor a vivir con más
ansias para transformar este sufrimiento
en felicidad. "Para sobrevivir
necesitamos muchos días perfectos",
apunta en su libro. Es preciso averiguar
qué y quién nos hace más felices para
conseguir que todo funcione de
maravilla.
Así se sana y, a la larga, se crea
bienestar emocional, mental y físico y
se crea un bienestar no sólo personal,
sino colectivo con las personas que nos
rodean.
Influencias externas
La visión negativa de toda enfermedad
puede venirnos por tradición o por
cultura. Carmelo apunta que la religión
cristiana, por ejemplo, ha tendido a
mitificar la condición de sano, con lo
que la enfermedad se ha considerado
siempre un factor muy negativo.
No es que no lo sea, simplemente es que
esta visión empeora la manera de
enfrentarla. Así, la aceptación y la
superación cuestan de implantar.
También la publicidad, el elevado precio
de la sanidad, que hace que en ningún
caso deseemos tener que pasar por una
situación así, o determinados
pensamientos, tiende a agudizar este
punto de vista pesimista.
La autora insiste en que la enfermedad
debe entenderse como una nueva
oportunidad para la vida, con todo lo
que esto supone y que anteriormente ya
hemos ido desarrollando. Cuando
alcanzamos el punto de aceptación, nos
damos cuenta de que la enfermedad forma
parte de la vida. |